jueves, 30 de septiembre de 2010

Poema 5, Pablo Neruda


Hoy me ha estado rondando la frase "sangre de viejas súplicas", junto con el ritmo en que está dicha dentro del poema de este gigante, que hace que no se olvide.
Junto a estas líneas un paisaje de su querido Chile.


Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.

Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.

Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.

Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.

El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.

Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.

Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.

Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.

3 comentarios:

Felipe Medina dijo...

Neruda sensitivo,querible,osado,trepidante y siempre enamorado

Abrazos

Luis dijo...

Cierto Felipe, al leerlo uno se siente también así. Y que más quisiéramos..

:60:

Megan dijo...

Qué hermoso, cuánta sensibilidad en cada frase, es un placer leerlo.

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