domingo, 4 de julio de 2010

Sentido y sensibilidad, Jane Austen –Párrafo–




-¿Está en Longstaple la señora Ferrars?
-¡En Longstaple! -replicó él, con aire sorprendido-. No, mi madre está en la ciudad.
-Me refería -dijo Elinor, tomando una de las labores de encima de la mesa- a la señora de Edward Ferrars.
No se atrevió a levantar la vista; pero su madre y Marianne dirigieron sus ojos a él. Edward enrojeció, pareció sentirse perplejo, la miró con aire de duda y, tras
algunas vacilaciones, dijo:
-Quizá se refiera... mi hermano... se refiera a la señora de Robert Ferrars.
-¡La señora de Robert Ferrars! -repitieron Marianne y su madre con un tono de enorme asombro; y aunque Elinor no fue capaz de hablar, también le clavó los ojos con el mismo impaciente desconcierto. El se levantó de su asiento y se dirigió a la ventana, aparentemente sin saber qué hacer; tomó unas tijeras que se encontraban por allí, y mientras cortaba en pedacitos la funda en que se guardaban, arruinando así ambas cosas, dijo con tono apurado:
-Quizá no lo sepan, no hayan sabido que mi hermano se ha casado recién con... con la menor... con la señorita Lucy Steele.
Sus palabras fueron repetidas con indecible asombro por todas, salvo Elinor, que siguió sentada con la cabeza inclinada sobre su labor, en un estado de agitación tan grande que apenas sabía dónde se encontraba.
-Sí -dijo él-, se casaron la semana pasada y ahora están en Dawlish.
Elinor no pudo seguir sentada. Salió de la habitación casi corriendo, y tan pronto cerró la puerta, estalló en lágrimas de alegría que al comienzo pensó no iban a terminar nunca. Edward, que hasta ese momento había mirado a cualquier parte menos a ella, la vio salir a la carrera y quizá vio -o incluso escuchó- su emoción, pues inmediatamente después se sumió en un estado de ensueño que ninguna observación ni pregunta afectuosa de la señora Dashwood pudo penetrar; finalmente, sin decir palabra, abandonó la habitación y salió hacia la aldea, dejándolas estupefactas y perplejas ante un cambio en las circunstancias tan maravilloso y repentino, entregadas a un desconcierto que sólo podían paliar a través de conjeturas.


3 comentarios:

melina dijo...

en la pelicula fue LA ESCENA!!o sea...lo mejor!!la vi una tarde con mi mama y mi hermana y en ese punto estabamos las tres con el alma en vilo y llorando...
bellisima seleccion, chicos!!!!
les dejo saludos a ambos y perdonen las visitass cada muerte de obispo :(

Luis dijo...

Meli, siempre es un gusto. besitos.

Megan dijo...

Además de leer el libro, he visto la película muchas veces y como vos decis Melina, LA ESCENA, no puedo dejar de llorar, la emoción es tan grande, tan intensa en los personajes. Tanto el libro como la película dos verdaderas joyitas.
¡¡Gracias por venir a visitarnos!!
¡¡Besos!!

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