jueves, 9 de diciembre de 2010

El cuerpo, Emma Barrandéguy




   
¿Por qué no es posible el amor?,
me preguntas.
Somos viejos, respondo.
Y que pases tu mano
por mi pierna,
me da cierta vergüenza.
Tontería, dice el amigo
y cediendo
me tiendo a su lado como cuando era joven
y lo ignoraba.
Pienso en todos los viejos
que desde un banco al sol
miran transcurrir las muchachas.
En mi padre y sus esquelas victorianas
a las niñas de los mandados.
Pienso en mi madre pulcra
cubriendo sus desnudos en un último gesto.
Pienso que los viejos son como todos
y apetecen sin pausa
si no han sido saciados.
El cuerpo gira ante sus ojos
con el gusto de lo prohibido,
como siempre.
Se los instala en la sabiduría
y no la tienen;
codician como jóvenes,
tienen pequeñas ternuras
como mi amigo,
tienen lascivas preferencias
que no les cuentan a los otros,
tienen derecho al amor
aun a costa del ridículo.
Y si pasan tomados de la mano
o se encierran en su mundo
con las persianas bajas,
tendríamos que mirarlos sin asombro
como a lentos vagabundos
o discretos amantes que renuevan caricias.

3 comentarios:

Ico dijo...

Precioso poema, no conocía a la autora. La verdad es que no pensamos que los ancianos como los niños tengan deseo a sexo... pero es más bien por nuestros propios prejuicios que por que esto no exista..

Luis dijo...

Y solemos estar lejos de entenderlo.
Mira, en el libro "La regenta" hay un ejemplo bastante claro de eso que dices, Los prejuicios de los tutores le trastornan la vida a la protagonista en su infancia.
Me alegra que que te gustara Ico, un abrazo.

dijo...

Es tomado de la realidad.A esos "viejos"los llaman "verdes"

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