jueves, 10 de junio de 2010

Escena de "Lo que queda del día", Kazuo Ishiguro





"- Por favor, enséñeme el libro dijo miss Kenton acercándose más después le dejaré que siga disfrutando de su lectura. A saber qué libro será, que lo esconde usted tanto.
- Miss Kenton, no me importa lo más mínimo que sepa usted el título de este libro. Lo que sí me importa, por una cuestión de principios, es que se presente de este modo y me usurpe los ratos que tengo para estar solo.
- Lo que me pregunto es si se trata de un libro perfectamente respetable o si pretende usted impedir que me escandalice.
Y de pronto, con miss Kenton allí delante, parada frente a mí, algo cambió entre nosotros, fue como si de repente nos encontrásemos en un mundo aparte. Creo que no es fácil describir exactamente lo que intento decir. Sólo sé que a nuestro alrededor todo pareció enmudecer, y tuve la impresión de que la actitud de miss Kenton había sufrido una transformación. Su rostro reflejó una extraña seriedad, y una expresión que me pareció la de una persona asustada.
- Déjeme que vea el libro, por favor.
Avanzó unos pasos y empezó a soltarme lentamente el libro de las manos. Consideré que lo mejor, mientras tanto, era que mirase hacia otro lado, pero al tener su cuerpo tan cerca sólo podía desviar la mirada doblando el cuello de forma muy poco natural. Miss Kenton siguió arrebatándome el libro; levantándome prácticamente un dedo tras otro. Durante todo el proceso, que me pareció larguísimo, conseguí mantener mi postura, y finalmente la oí decir:
- ¡Válgame Dios, mister Stevens! Pero si no es un libro nada escandaloso. No es más que una simple historia de amor."

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