jueves, 24 de junio de 2010

Pequeñas Alegrías, Yeats




Mi año cincuenta vino y se fue
Me quedé sentado, hombre solitario en un local de Londres, abarrotado
con un libro abierto y una taza vacía sobre el mármol de la mesa
Mientras en el local y la calle
vislumbré mi cuerpo en una llama repentina
y veinte minutos más o menos
pareció tan grande mi felicidad
que estaba bendito y podía bendecir.

1 comentarios:

Luis dijo...

Meli... te agradezco tu comentario. El cual se me borró por querer aceptarlo en el navegador del teléfono, Ups..
Mil disculpas, ¿será la edad? :P

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